Capítulo 1: Las Crónicas de los Grandes Magistrados
¿Has conocido alguna vez a un cocinero que picó la carne de sus clientes hasta hacerla puré y la usó como relleno de sus famosos bollos al vapor?
¿Has conocido alguna vez a un médico que operó a su rival en el amor y lo convirtió en un cerdo, encerrándolo en un corral como si fuera ganado común?
¿Has conocido alguna vez a un hombre criado por murciélagos que se alimentaba bebiendo sangre humana?
Yo sí. A todos ellos, y más.
Mi nombre es Song Yang. Oficialmente, soy el Consultor Jefe del Departamento de Seguridad Pública en la Provincia H. Pero mi verdadera profesión es ser forense.
Quizás te preguntes: ¿qué hace un forense?
Pues bien, se trata de una antigua profesión con una larga e ilustre historia. En la China Antigua, un forense era un funcionario del gobierno encargado de examinar cadáveres e investigar crímenes. Con el tiempo, desarrollaron conocimientos únicos, con habilidades y técnicas propias que guían su práctica.
Vino de arroz, agujas de plata, paraguas rojos, resinas: para la gente común son objetos cotidianos, pero para un forense, son herramientas esenciales para abrir los secretos de los muertos y reunir pistas con las que atrapar asesinos.
Durante los treinta años que he trabajado con el Departamento de Seguridad Pública, he confiado en las técnicas heredadas por generaciones en mi familia para resolver los casos más difíciles y desconcertantes de la historia criminal de China. Algunos eran depravados, otros horribles, otros absolutamente inhumanos, y algunos tan espeluznantes que te helarán la sangre con solo escucharlos.
Estoy orgulloso de mi profesión. Así que, para asegurarme de que las futuras generaciones conozcan esta antigua vocación, he decidido relatar mi vida y mis experiencias como forense, aquí, para que todos puedan leerlas.
Sin embargo, por la política de confidencialidad del Departamento de Seguridad Pública, he cambiado los nombres de las personas y ciudades involucradas.
Ahora, ¡volvamos al punto!
Nací en un pequeño pueblo de provincia en el sur. No tengo recuerdos de mis padres. En su lugar, fui criado por mi abuelo, y vivíamos en una casa antigua sobre un terreno aún más antiguo que la familia Song había habitado por incontables generaciones.
Aunque era huérfano, mi abuelo me dio tanto amor y cuidados que jamás sentí el vacío de no tener a mis padres. Tuve una infancia plena y feliz.
Durante toda mi vida, mi abuelo solo me pidió una cosa.
—Muchacho —me dijo—, recuerda esto: no voy a impedirte hacer lo que quieras cuando crezcas. Solo te pido que jamás elijas una de estas tres profesiones: no seas funcionario del gobierno, no seas policía y no seas forense.
Yo era apenas un niño y no tenía idea de qué era un forense. Pero igual asentí con la cabeza obedientemente.
Sin embargo, al ir creciendo, la sospecha empezó a nacer en mí: comencé a dudar de que el abuelo fuera simplemente ese viejo retirado que aparentaba ser.
¿Por qué? Porque nunca parecía trabajar. Ni siquiera salía mucho de la casa. Y sin embargo, podía mantenerme, darme una buena vida, alimentarme bien y pagarme buenas escuelas.
Lo más curioso era que recuerdo claramente cómo personas de alto rango, acompañadas de policías, venían a visitarlo con frecuencia. Eran sumamente respetuosos. Le traían obsequios lujosos: licores añejos, cigarros finos, y cosas por el estilo.
Cada vez que recibía a estos visitantes especiales, se encerraban a hablar durante horas, incluso todo el día. Y noté un patrón inquietante: unos días después de esas visitas, aparecían en las noticias casos espantosos. Como el “Asesinato del Dinero del Infierno en un restaurante de Sichuan”, o el “Cuerpo Triturado en la Universidad de Xinan”. Casos que estremecen a un país entero y de los que incluso los ciudadanos comunes hablan.
Empecé a conectar los puntos. Supe entonces que mi abuelo estaba involucrado en esos casos, pero nunca logré que me confesara nada.
Gracias a sus misteriosas conexiones, toda la familia se benefició. Mi tía abrió su negocio y siempre prosperó. Una vez, un camión suyo se accidentó y la carga se perdió. Pero, curiosamente, la policía recuperó todo y se lo devolvió.
Yo también me beneficié. Mis notas no alcanzaban para entrar a una prestigiosa secundaria, pero igual me aceptaron.
A los doce años, la alcaldía decidió construir una autopista que pasaría justo por nuestro terreno. Todos los vecinos cedieron ante sobornos e intimidaciones. Menos el abuelo. Rechazó entregar la tierra, incluso si eso significaba que nuestra casa quedara aislada en medio del asfalto.
El jefe del proyecto era tan obstinado como él. Cuando los sobornos no funcionaron, recurrió a la violencia: ¡mandó una excavadora que atravesó nuestros muros!
Yo estaba allí. Me temblaron las rodillas del susto.
El abuelo, en cambio, solo suspiró, tomó el teléfono y llamó a alguien. Habló con calma. Minutos después, la excavadora se retiró.
Al día siguiente, aparecieron líderes locales y el mismo contratista con regalos y disculpas. Nos ofrecieron cien mil yuanes en compensación. En un pueblo como el nuestro, ¡eso era una fortuna! Pero el abuelo solo agitó la mano con desdén y rechazó el dinero.
N/T: Aproximadamente unos 15000 dólares.
La autopista se construyó, sí. Pero al llegar a nuestra casa… hizo una curva cerrada para evitar nuestro terreno.
Ese hecho quedó grabado en mi mente, y aumentó mis sospechas. ¿Cómo podía un anciano tener tanto poder?
A los quince, encontré un cofre viejo. Dentro habían dos libros desgastados y amarillentos: Casos de Injusticia Rectificada, escrito en 1247 por Song Ci, y Las Crónicas de los Grandes Magistrados, sin autor ni fecha.
N/T: El primer libro y su autor existen en la realidad.
Con mi escaso conocimiento de chino clásico, apenas entendía. Pero los diagramas de anatomía y métodos de inspección forense me atraparon. No sé por qué, pero sentí una atracción magnética. Me sumergí en ellos y, con paciencia, los descifré página por página hasta conocerlos por completo.
Estos libros fueron mi portal a un mundo fascinante. Aunque hablaban de cadáveres y crímenes, no sentí miedo, solo emoción y curiosidad intelectual.
El año que cumplí dieciséis, la oportunidad me golpeó la puerta.
Era verano. Mi abuelo no estaba y yo estaba aburrido, cazando pájaros con una vara. De pronto, un sedán negro frenó frente a la casa. Bajó un hombre corpulento: rostro cuadrado, cejas gruesas, mirada intensa, piel tostada. Era el oficial Sun, uno de los visitantes habituales de mi abuelo.
—¿Está tu abuelo? —preguntó jadeando.
—No, salió —respondí.
Se quejó del calor y lo invité a entrar. Se sirvió un refresco y se relajó como si estuviera en su casa.
—Oye, chico, ¿en qué curso estás? —me preguntó.
—Primero de secundaria —dije.
—¿Te va bien? ¿Nadie te molesta?
—No.
—Si alguien lo intenta, me llamas —dijo riendo—. Yo me encargo.
Aproveché la oportunidad.
— Oficial, ¿cómo conoces a mi abuelo?
—¡Tu abuelo es un genio! Lo han querido contratar durante años. El año pasado le ofrecieron 50.000 yuanes al mes como pensión si trabajaba un solo año con la policía. ¡Y lo rechazó! Así que solo podemos colaborar con él, informalmente.
N/T: Son más o menos unos 7000 dólares.
—¿Colaborar? ¿Cómo?
Pero se interrumpió, alegando dolor de estómago y corrió al baño.
En su prisa dejó el maletín abierto, y una foto cayó. No pude evitar verla. Era un cadáver. Un hombre en traje con la garganta abierta, sangre por todas partes y billetes ensangrentados esparcidos.
No sentí horror. Sentí euforia. Como el hambre antes de un festín. Lo sé, es inapropiado, pero así fue.
Entonces, una mano fuerte me arrebató la foto. Era el oficial Sun, mirándome severamente.
—¿Quién te dio permiso, mocoso?
—¡Solo la miré un momento! —balbuceé.
Sonrió con picardía.
—Te haré una pregunta. Si aciertas, no pasa nada. Si no, ¡te paso unas vacaciones en la cárcel!
Yo sabía qué me iba a preguntar.
—¿Cuál fue el arma homicida?
Miré la foto y respondí:
—La herida fatal fue en el cuello. No fue un cuchillo común, o no me preguntarías esto. El arma era inusual. Está en la foto.
—¿Qué?
—Los billetes en el suelo. Si los juntas bien, puedes hacer una cuchilla. Luego, los dispersas y el arma desaparece.
El oficial Sun se quedó boquiabierto.
—¡Increíble! ¡Eres digno nieto de Song Zhaolin!
Lo que no sabía era que lo había leído en Las Crónicas de los Grandes Magistrados.
—Gracias a ti no regreso con las manos vacías —dijo sonriendo—. Llámame si vienes a la ciudad. Te invito a comer. Mi hija tiene tu edad, pueden hacerse amigos.
Al irse murmuró:
—Ese viejo Song Zhaolin… juró que ningún Song sería forense después de él, ¡y está entrenando a su nieto en secreto! ¡Al menos ya hay un sucesor!
—¡¿Sucesor?! ¡¿De qué estás hablando, Sun Laohu?! —tronó una voz desde la puerta.
N/T: Su nombre literalmente significa tigre. Así que es el Oficial Tigre.
Era mi abuelo. Me temblaban las piernas. Sudaba frío. Sabía que estaba en problemas. Por dos razones; la primera, siempre me prohibió meterme en estas cosas. Y la segunda, no sabía que había leído los libros…
Sus ojos pasaron del oficial Sun a mí, sabiendo la verdad sin que yo dijera nada. No hay palabras para describir el terror que sentí.
¡Si quieres enterarte más rápido de las actualizaciones entra al discord, te lo agradecería! ♥
Si encuentas un error, repórtalo ♥
https://discord.gg/pqs73bVCbZ
esta muy buena la histori por ahora, ojalá la continuen ❤️