Capítulo 8: La Carrera entre el Bien y el Mal
Además de las fotos de esas cuatro personas, había imágenes de otras más. El oficial Sun supuso que esas eran las próximas víctimas del asesino.
Pero pasaba el tiempo y los dos agentes que había enviado junto al casero no regresaban. Tampoco respondían las llamadas. Entonces Sun supo que algo andaba mal y envió un gran equipo de policías a seguirlos.
En el estacionamiento encontraron los cuerpos sin vida de los dos agentes. En la casa del casero, hallaron también su cadáver. La casa estaba hecha un caos, como si hubiera pasado un huracán. Esta vez, el asesino no utilizó su misterioso método legendario, sino que sorprendió a los agentes por la espalda y les cortó la garganta. Al casero lo apuñaló hasta matarlo.
Esto demostraba que Dagas de Jiangbei se había alterado y actuó con desesperación para cubrir sus huellas. ¡El abuelo iba por el camino correcto!
Sin embargo, no se podía negar que la policía había cometido un error que costó tres vidas. El oficial Sun se lamentó profundamente y cargó con toda la culpa. Cuando el abuelo llegó a la casa del casero, hizo salir a todos y se quedó adentro durante una hora. Al abrirse finalmente la puerta, una nube de humo con aroma a medicina tradicional china se derramó por la casa. En lugares donde antes no había nada, ahora aparecían huellas sangrientas… ¡Incluso una mano ensangrentada en la pared!
Con esas huellas, surgieron nuevas pistas: peso y estatura del asesino, huellas dactilares, patrón de movimiento, hasta el tipo de calzado que usaba.
El oficial Sun movilizó a todos sus agentes día y noche hasta que encontraron una imagen del asesino en un video de seguridad de un supermercado. Aunque tenía el rostro cubierto con una gorra, iba acompañado de una mujer con la que parecía tener una relación íntima.
Gracias a eso, identificaron a la mujer: trabajaba en una fábrica textil y probablemente era su pareja.
Sun condujo personalmente al equipo para encontrarla, pero al llegar ya estaba muerta. Las circunstancias de su muerte eran idénticas a las víctimas anteriores. El asesino, en pánico, había llegado al extremo de matar a su propia amante.
Así, el abuelo lo había acorralado dos veces. Aunque no lograron capturarlo, podía decirse que en esta carrera entre el abuelo y Dagas de Jiangbei, ambos habían conocido tanto la victoria como la derrota.
Eso también demostró una cosa a la policía: Dagas de Jiangbei no era invencible. Tenía debilidades. ¡Podría ser atrapado!
El equipo especial recobró el ánimo y reanudó la persecución con renovado fervor.
Pero entonces, comenzaron a morir, uno a uno, los miembros del equipo. Al final, cinco policías fueron asesinados brutalmente, con el corazón extraído de sus cuerpos de manera limpia y sin sangre, mientras aún estaban vivos.
No mucho después, el abuelo anunció su retiro de la investigación. El oficial Sun, devastado y encolerizado, intentó convencerlo de continuar, pero el abuelo fue firme en su decisión.
Sin él, la investigación se paralizó. El caso quedó sin resolver. Un archivo congelado hasta el día de hoy.
Al llegar al final del relato, en el cenicero frente al oficial Sun se había formado ya un pequeño montón de ceniza. De pronto, un recuerdo de hace diez años me estremeció.
Una noche, Dagas de Jiangbei visitó al abuelo.
Yo tenía apenas siete años. Recuerdo que alguien llegó a casa muy tarde. Curioso, me acerqué a la puerta del cuarto del abuelo para preguntar quién era. Él siempre había sido dulce conmigo, pero esa vez me gritó que me fuera a dormir y que no me metiera en asuntos de adultos. Esa reacción fue tan inusual que se me quedó grabada desde entonces.
Aquel misterioso visitante estuvo en casa unas dos horas. ¿De qué hablaron? Ahora que el abuelo había muerto, esa pregunta quedaría sin respuesta.
Pero la pregunta persistía: ¿Por qué volvió Dagas de Jiangbei después de diez años? ¿Fue él quien mató al abuelo? ¿O era alguien más, un sucesor quizá?
El caso estaba envuelto en un espeso velo de misterio. En aquel entonces, yo no podía comprenderlo todo.
—¿Ese gordo que mataron anoche era el mismo Zhang Bao que escapó hace diez años? —pregunté.
—Era el mismo —respondió Sun, asintiendo.
—Creo que ya entiendo —dije—. Dagas de Jiangbei volvió para plantear de nuevo la misma pregunta al abuelo…
—¿Tú crees? —dijo Sun—. ¿Crees que tu abuelo llegó a descubrir cómo mataba el asesino?
—No lo sé —respondí, negando con la cabeza.
El oficial Sun suspiró, se levantó y puso una gran mano sobre mi hombro.
—Chico, yo tengo parte de la culpa por la muerte de tu abuelo. Si no lo hubiera convencido de ayudarnos hace diez años, nada de esto habría pasado. Ahora que se fue, espero que tú te enfoques en tus estudios y vivas una buena vida. Olvídate de todo esto. Yo me encargaré de atrapar a ese bastardo. Te lo prometo: no pararé hasta que lo tengamos.
—Oficial Sun —dije—, quiero pedirle un favor.
—¿Qué es?
—El día que Dagas de Jiangbei vuelva a actuar… avíseme. ¡Quiero ser yo quien lo atrape con mis propias manos!
—Pero… —dudó el oficial.
—Mi abuelo fue capaz de acorralarlo hace diez años. Eso significa que el conocimiento y las habilidades de la familia Song son su némesis. Él me transmitió todo lo que sabía, y ahora me corresponde a mí hacer justicia.
—Pequeño mocoso… ¿Estás diciendo que no confías en la policía?
No respondí. Hubo un silencio denso, hasta que el oficial Sun soltó una carcajada.
—De tal palo, tal astilla. Muy bien. Cuando llegue el día… te avisaré.
Me puse serio, apreté los labios y juré para mis adentros: la próxima vez que vea a Dagas de Jiangbei, le mostraré de qué está hecho Song Yang.
Traductor/a: Mel
¡Si quieres enterarte más rápido de las actualizaciones entra al discord, te lo agradecería! ♥
Si encuentas un error, repórtalo ♥
https://discord.gg/pqs73bVCbZ